domingo, 17 de mayo de 2009

La Gran Presa de Asuán cumple 45 años

Un país marcado por el Nilo.

  * La presa permitió un uso más racional del agua y evitó nuevas inundaciones
  * Sin embargo, ha causado graves daños en el ecosistema
  * Los ingenieros no tuvieron en cuenta el impacto medioambiental.

El acceso al agua corriente sigue siendo para muchos ciudadanos un lujo fuera de su alcance, especialmente en algunas naciones africanas. Pero la escasez de agua afecta también a otros países como Egipto, bendecido por las aguas del Nilo.

La vida de los egipcios ha estado siempre vinculada a la de su río. El Nilo, en cuya cuenca vive el 95% de la población, ha dado durante siglos prosperidad a sus habitantes pero también grandes quebraderos de cabeza. La construcción de la Gran Presa de Asuán, de la que esta semana se cumplen 45 años, permitió controlar las devastadoras crecidas del Nilo, aumentar el número de cosechas, generar energía eléctrica y aprovechar racionalmente el agua. Los efectos de las terribles sequías que ha sufrido el país, como las de 1972 o 1983 quedaron mitigados por la presa.

Sin embargo, las autoridades egipcias observan con preocupación como cada año disponen de menos recursos hídricos. La cuota anual de agua de la que cada ciudadano dispone ha caído drásticamente en los últimos años. Se calcula que cada ciudadano debe tener, al menos, de 1.000 metros cúbicos al año para cubrir sus necesidades. En el año 1950 cada egipcio disponía de 2.700 metros cúbicos anuales. En la actualidad, la media es de sólo 675.

Estamos ante un nuevo tipo de pobreza, los pobres de agua. En Egipto viven casi 82 millones de personas, y la población crece a buen ritmo. Hoy en día, muchos ciudadanos siguen malgastándola sin ser penalizados aunque son sobre todo las pobres infraestructuras del país y el mal estado de conservación de muchos edificios los que provocan que se desperdicien millones de litros cada año.

La intensa contaminación que hay en las ciudades egipcias tampoco ayuda a ahorrar agua. Para convertirla en potable hay que purificarla y limpiarla de la polución química, orgánica y bacteriológica. Cuanto más contaminación hay, más agua es necesaria para hacerla potable. Se calcula que en este proceso se pierde un 30% de líquido. Los filtros se ensucian muy rápido y hay que lavarlos tres veces al día, para lo que es necesario grandes cantidades de agua. Otro 10% se pierde por el mal estado de las instalaciones de las depuradoras (la media internacional es de un 2%).