Una vez que el R. kriegsteini apareció sobre la Tierra, lo único que tuvo que hacer es crecer durante millones de años hasta alcanzar los más de 13 metros de longitud y siete toneladas de peso del tiranosaurio. Esto contradice lo que se pensaba hasta ahora: que los rasgos del tiranosaurio aparecieron a medida que aumentó su tamaño.
"El estudio prueba que los rasgos diferenciales del T-rex no estaban ligados a su gigantismo", explica Luis Alcalá, director de la Fundación Dinópolis. "Es una sorpresa", añade el experto.
El cuerpo casi completo del R. kriegsteini fue hallado por aficionados en el noreste de China, cerca de la frontera con Mongolia. El equipo del investigador Paul Sereno de la Universidad de Chicago (EEUU) que lo ha descrito recibió el fósil del coleccionista privado Henry Kriegstein, de ahí el nombre de la especie.
Los investigadores encontraron en el fósil una morfología muy parecida a la de su descendiente, que fue el depredador más poderoso de Norteamérica hace unos 68 millones de años. De hecho, el R. kriegsteini se parecía más a su sucesor que a otras especies coetáneas. Tenía una fuerte musculatura en su ancha mandíbula, incisivos afilados, patas delanteras cortísimas y unas potentes extremidades traseras. Además, sus órganos olfativos estaban muy desarrollados, al igual que los del T-rex, y las proporciones de ambos animales eran similares, con una cabeza grande que medía algo menos que la mitad del tronco. Todo esto indica que el T-rex en miniatura también era un feroz carnívoro, aunque sólo medía tres metros de largo y pesaba menos que muchos humanos.
Según Alcalá, este dinosaurio u otro similar se extendió por Asia, Europa y América. Cuando el océano Atlántico separó estos dos últimos continentes, la evolución siguió un curso diferente en cada orilla, produciendo grandes carnívoros parecidos, pero de distintas familias. En América surgió el T-rex; en Europa, el carcarodontosaurio; y en Suramérica, el gigantosaurio.
Aunque esta es la primera vez que se describe un proceso evolutivo a partir de una miniatura casi exacta de un pariente lejano, los autores argumentan que tal vez haya fósiles que confirmen lo mismo en las otras especies de grandes carnívoros.