En aguas del subsuelo, cuevas y microcuevas han aparecido insectos, pequeños crustáceos, arañas y gusanos desconocidos hasta ahora.
El centro y el sur de Australia era un territorio mucho más húmedo hace 15 millones de años que ahora y la diversidad de invertebrados era floreciente en el suelo. Pero esas regiones del continente se fueron haciendo más y más secas en un proceso de desertización que duró hasta hace uno o dos millones de años, caracterizándose el territorio actual, que es árido o semiárido. Fue un cambio climático que debió obligar a muchas especies a buscar refugio, a adaptarse a hábitats diferentes al propio. Se acostumbraron así a vivir en aguas subterráneas y cuevas, evolucionando en aislamiento durante miles de años. Esta migración al subsuelo es el escenario con el que trabajan los científicos australianos ha dado ahora con esas especies escondidas, 850 en total.
Los especialistas no han podido bautizar todavía ni a la mitad de las nuevas especies y, además, creen que deben suponer sólo el 5%, aproximadamente, del total de especies desconocidas en el subsuelo australiano. Los organismos que viven en aguas subterráneas se engloban en el término estigofauna y los de cuevas y microcuevas, troglofauna.
Andy Austin (Universidad de Adelaida) y sus colegas han dado a conocer esta nueva colección de especies en un congreso científico sobre evolución y biodiversidad que se celebra en la ciudad australiana de Darwin, celebrando el 200 aniversario del científico del mismo nombre. Las 850 nuevas especies descubiertas suponen la cosecha de cuatro años de exploración.
Lo que hemos visto es que no tienes que irte a buscar a las profundidades oceánicas para descubrir nuevas especies de invertebrados, basta con mirar en tu patio trasero", comenta Austin en un comunicado de su universidad. "Nuestra investigación ha revelado la existencia de comunidades completas de invertebrados que eran desconocidos hace muy poco. Lo que hemos descubierto es un componente completamente nuevo de la diversidad de Australia".
Los investigadores resaltan que el hallazgo de esta biodiversidad supone, además de su importancia científica, una advertencia y un nuevo reto porque esas nuevas especies están en zonas susceptibles de sufrir el fuerte impacto de las actividades mineras y de pastoreo.