En sus Despachos de guerra,Michael Herr traza una rotunda descripción de Tim Page, una leyenda del fotoperiodismo australiano, que recibió numerosas heridas en Vietnam (a las que sobrevivió): "Recuerdo que cuando me lo presentaron tenía 17 años y pensé que me hubiese gustado conocerle cuando aún era joven". Joao Silva,el extraordinario fotógrafo de The New York Times, herido de gravedadel sábado en Afganistán, dejó de ser joven pronto, cuando, en los años noventa, cubrió el fin del apartheid y los disturbios étnicos en Sudáfrica dentro de lo que se llamó el Club Bang-Bang. El propio Silva, junto a Greg Marinovich, relató las experiencias de este grupo de cuatro informadores gráficos en un libro, El club de Bang-Bang, que editó en España Grijalbo con un prólogo de Ramón Lobo, una historia que ha sido llevada este año al cine con Ryan Phillippe. Los otros dos miembros del club eran Ken Oosterbroek yKevin Carter. El primero murió en abril de 1994 alcanzado por fuego cruzado en Tokoza, un township al sur de Johanesburgo. El segundo se suicidó en julio de 1994, después de ganar un Pulitzer con una imagen espeluznante que dio la vuelta al mundo: una niña a punto de ser devorada por un buitredurante una hambruna en Sudán. Marinovich resultó herido en el mismo tiroteo que le costó la vida a Oosterbroeck y Silva, de 44 años, pisó ayer una mina. Contar las guerras es un oficio muy duro.