lunes, 22 de diciembre de 2008

En busca del último elefante


l parque senegalés de Niokolo-Koba ha perdido más del 90% de su fauna desde 1990


Aquí sólo se han salvado los facóqueros, porque son primos de los cerdos y los furtivos no los cazan porque son musulmanes”, se lamenta Ibrahima Kouyaté, un guía del parque senegalés de Niokolo-Koba, mientras se abre paso en la maleza con un machete. La reserva natural, una de las más importantes de África Occidental, se ha convertido en un bosque vacío. Los últimos censos son dramáticos. En 1990 había 24.000 cobos, una especie de antílope característico de la sabana africana, y ahora sólo queda un centenar. Y lo mismo ocurre con el ñu rojo, cuya población de 5.000 ejemplares ha sido esquilmada en los últimos 15 años hasta quedarse en 150 supervivientes.

Niokolo-Koba, incluido el año pasado en la lista de lugares Patrimonio Mundial de la Unesco en peligro, agoniza. Kouyaté recuerda que hace una década era fácil toparse con leones, leopardos o chimpancés en el interior del parque. Pero la generación de sus padres terminó con ellos. Él mismo entraba en Niokolo-Koba cuando era niño, armado con un tirachinas, para tener algo que llevarse a la boca. El parque nació como un coto de caza en 1926 y, de alguna manera, así ha seguido hasta la fecha, pese a su catalogación como reserva natural.

El águila imperial se aleja de la extinción


El programa ‘Alzando el vuelo’ ayuda a aumentar la población en libertad de estas rapaces hasta las 250 parejas

El águila imperial ibérica es uno de los animales más característicos de la fauna española. Tanto que su población se asienta casi exclusivamente en España, donde vive el 99% de sus ejemplares. Sin embargo, es también uno de los más amenazados, aunque en los últimos años la Administración y los grupos ecologistas han trabajado duro para que esta especie no desaparezca.

Los planes empiezan a dar resultados. “Los indicios apuntan a que este año superaremos las 250 parejas, frente a las 234 existentes en 2007”, explica Beatriz Sánchez, de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/Birdlife). Parte de la responsabilidad de esta remontada es del programa Alzando el vuelo, iniciado en 2006 y cuyos tres años de extensión se cumplen a final de año. En él colaboran SEO/Birdlife, la Fundación Biodiversidad y las empresas Adif y Caja Madrid.Alzando el vuelo se ha de-sarrollado con especial incidencia en Castilla-La Mancha. Sólo en el último año, los ejemplares han aumentado allí un 16%, pasando de 73 a 85 parejas. Acotando geográficamente, se observa que este incremento ha sido similar en la provincia de Ciudad Real, cuna de la iniciativa, donde las parejas alcanzan un número de 38, frente a las 35 de 2007.

Uno de los principales objetivos del proyecto, con un presupuesto de 1,3 millones de euros, ha sido mejorar las zonas donde viven estas rapaces. A juicio de Sánchez, la cría en cautividad ya no es una prioridad, porque las águilas que nacen libres generan descendencia. “Lo que necesitamos ahora es un hábitat adecuado para esta población”, analiza Sánchez. El 80% de los juveniles no llega a reproducirse, debido a la alta mortalidad por electrocución en tendidos eléctricos y por cebos envenenados ilegales .

En SEO/Birdlife no quieren pecar de optimistas, pero tanto ellos como la Fundación Biodiversidad están satisfechos: “Es pronto para sacar conclusiones definitivas, porque las medidas directas se implantaron hace apenas un año. Pero estamos muy satisfechos de haber implicado a los propietarios en la protección del águila imperial” explica Sánchez.
La zona de trabajo incluye Sierra Morena Oriental y Campo de Montiel, en Ciudad Real, donde se asienta el 11% de los ejemplares de esta especie. Y el principal reto de Alzando el vuelo ha consistido en eso: convencer a los dueños de los terrenos de que la conservación del espacio tiene ventajas para todos.

El proyecto ha permitido la firma de convenios de colaboración con 17 fincas privadas (12.000 hectáreas de terreno). Se ha animado a sus dueños a instalar comederos para perdices y conejos, el principal alimento de las rapaces. Los dueños de las fincas, muchas de ellas destinadas a uso cinegético, también han obtenido así beneficios de este programa.

Las entidades participantes no han confirmado todavía si el programa Alzando el vuelo va a continuar en los próximos años, pero las conversaciones para ello están en marcha.