martes, 26 de abril de 2011

Balsas de hormigas para desplazarse por el agua.


Las hormigas siempre se han tenido fama de prácticas y cooperativas. Una fama que un nuevo estudio del Instituto de Tecnología de Georgia en Atlanta (EEUU) corrobora. Las hormigas de fuego pueden unirse entre sí para formar una plataforma resistente al agua, una suerte de balsa en la que se desplazan y les permite sobrevivir a las inundaciones. La investigación se publica esta semana en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS).
Para invesigar la formación de balsas en las hormigas de fuego ('Solenopsis invicta'), el equipo de David Hu arrojó grupos de 500 a 8.000 hormigas al agua. Las hormigas se agrupaban con rapidez en el agua y en cuestión de pocos minutos se habían estabilizado en una estructura con forma de tortilla en la que aproximadamente la mitad de la colonia formaba una única capa sumergida que mantenía a flote al resto.
Según señalan los autores, las formaciones de aire atrapado bajo las balsas probablemente aumentaban esta flotabilidad y evitaban que las hormigas de la capa del fondo se ahogaran.

Las pruebas revelaron que las hormigas se unían agarrándose entre sí mediante sus mandíbulas y pinzas, en una formación similar a la de las tramas de las telas resistentes al agua. Cuando los investigadores eliminaron las hormigas una a una de la parte de la superficie de una balsa, las hormigas del fondo se movían para conservar el grosor medio de la balsa.
Los investigadores sugieren que las hormigas sumergidas podrían tener la capacidad de detectar cuántos miembros de la colonia están caminando sobre el agua.
Asimismo, señalan que durante la construcción de la balsa, las hormigas de los bordes son atrapadas por las vecinas, lo que sugiere que esta forma parecida a la conducta cooperativa podría basarse en la coerción.

lunes, 25 de abril de 2011

Descubren el ingrediente en la jalea real que convierte a una abeja en reina


La proteína 57-kDa determina que abeja hembra acabe siendo la reina, la única fértil.





Una de las proteínas que contiene la jalea real (la 57-kDa) es el ingrediente activo que provoca que una larva de abeja se convierta en reina, según un estudio publicado en el último número de la revista Nature.
Una larva de abeja hembra (Apis mellifera) puede convertirse tanto en una obrera estéril como en una reina, una abeja fértil, con un cuerpo más largo que las obreras, una evolución más rápida y una vida mucho más larga.
La reina, la única hembra fértil de una colmena, pone huevos fecundados que dan origen a abejas obreras, así como huevos no fecundados, de los cuales salen las abejas macho, los zánganos.
El nutriente en la jalea real que da lugar a la diferenciación entre las abejas obreras y la reina es la proteína 57-kDa, que estaba ya identificada.
Los científicos sabían ya que el dimorfismo de las abejas hembra se basa en el consumo de jalea real, nutriente segregado por las obreras, y que no depende de diferencias genéticas, pero el ingrediente activo y el mecanismo que guía el desarrollo de las abejas reina no se conocía hasta ahora en profundidad.
 El grupo dirigido por el científico de la universidad de Toyama (Japón)Masaki Kamakura constató, mediante experimentos con moscas de la fruta (Drosophila melanogaster), cómo la proteína 57-kDa activa la quinasa p70 S6 incrementa la actividad de la quinasa MAP.
Los investigadores creen que la quinasa p70 S6 es responsable del aumento del tamaño del cuerpo de la abeja reina, mientras que la quinasa MAP causa la aceleración en su desarrollo.
Estos procesos, mediados por el Receptor del Factor de Crecimiento Epidérmico (EGFR, por sus siglas en inglés), produjeron en las moscas de la fruta fenotipos similares a los de las abejas reina.


lunes, 18 de abril de 2011

Una araña 'devora hembras

  • Entre los artrópodos es frecuente que ellas se coman al macho
  • El macho pasa mucho tiempo en su refugio esperando a que lleguen hembras.

'Viuda negra' es un apodo con gancho. Las arañas del género 'Latrodectus' son famosas por devorar al macho tras la cópula, pero no son las únicas. Entre los artrópodos el canibalismo es relativamente frecuente y varios arácnidos acostumbran a comerse a sus parejas antes, durante o tras la cópula. Sin embargo, las caníbales siempre eran ellas. Hasta ahora. Científicos uruguayos han descubierto una araña lobo macho -'Allocosa brasiliensis'- que se come a las hembras, sobre todo si éstas son mayores y de bajo estatus reproductivo.
Los investigadores, con Anita Aisenberg a la cabeza, han publicado los resultados de su estudio en la revista 'Biological Journal of the Linnean Society'. Los científicos explican que la araña en cuestión prefiere copular con parejas jóvenes, vírgenes y con el vientre ancho para aumentan sus posibilidades de producir mayor descendencia.
El primer saco de huevos de una hembra es el que contiene más crías (unas 180). A partir de entonces, la cifra decrece -si un macho no se la come antes, claro-. Entonces, las arañas mayores dejan de resultar atractivas a los machos y corren el riesgo de ser eliminadas para favorecer la cópula con las más inexperimentadas.

La 'Allocosa brasiliensis' es una araña lobo nocturna que habita en los arenales costeros de Uruguay y "a diferencia de lo común entre arañas, los machos son más grandes que las hembras" detalla Anita Aisenberg
Los investigadores creen que el comportamiento de los machos 'Allocosa brasiliensis' engarza con la teoría científica de que el canibalismo sexual es una elección extrema de pareja.


En primer lugar, el hábitat de estas arañas dista mucho de ser paradisíaco: "Las áreas costeras donde habita la araña se caracterizan por presentar fuertes vientos, variaciones drásticas de la temperatura entre el día y la noche, muy escasos refugios y altas variaciones en abundancia de presas", desgrana la investigadora.
El macho podría aparearse con una hembra mayor o comerla y obtener nutrientes que para sobrellevar la espera de una pareja mejor
En ese entorno, el macho pasa mucho tiempo en su refugio esperando a las visitas de las hembras. No tiene presas. Apenas se alimenta y se encuentra con una compañera con pocas probabilidades de brindarle una gran descendencia. Si espera un poco más quizás consiga copular con una pareja virgen que pondrá más huevos. Tiene hambre y, después de todo, cavar esa profunda madriguera le ha costado un gran esfuerzo. El macho podría aparearse con esa hembra mayor o "alimentarse de ella y obtener nutrientes que le ayuden a sobrellevar la espera de una pareja mejor", remata Aisenberg.
Por otra parte, "las hembras se arriesgan porque son malas cavadoras y precisan de cuevas profundas para realizar sus sucesivas puestas de huevos - unas cuatro por período reproductivo-". Las mayores se arriesgan al ataque de los machos exigentes porque ya se aseguraron en el pasado el éxito de su primera puesta.

. Además, esta peculiaridad se suma a otra aún más llamativa.
Cuando el acto culmina, el macho se retira de escena
En el mundo animal la norma es que las hembras jueguen el papel decisivo y escojan macho. Mientras, ellos intentan llamar su atención para conseguir una cópula. Esta araña no.
En esta especie, el macho se queda en su madriguera y espera a que las hembras desfilen por allí a cortejarle. Él puede corresponder este interés o no. Si el 'romance' sigue adelante, ella entra en la cueva y se coloca bajo el macho. Copulan. Cuando el acto culmina, el macho se retira de escena y sella la entrada de la guarida dejando a la hembra atrás. En su retiro, ella pondrá los huevos y no saldrá hasta un mes más tarde, cuando se marche junto a sus pequeñas crías a la espalda.
En última instancia, el éxito reproductivo de las hembras "depende de su estatus sexual y su condición corporal; y el de los machos, de su capacidad para cavar una madriguera lo suficientemente atractiva como para llamar la atención de una compañera", aclara Aisenberg.